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Cuando acompañamos al cliente al área de maquillaje, sentimos su nueva sensación de curiosidad al caminar a una zona del espacio que no sabia que existía. Muchas veces nos preguntan quien decoró el salón, cómo se pueden aunar tantos elementos y tan diferentes.

El primer elemento del área de maquillaje es una pared que compusimos desde el origen y que a día de hoy no ha sufrido cambios. Esta pared tiene miles de significados que nos han ayudado a comprender quiénes somos y como ha sido posible llegar a lo que somos hoy.

Imagina una pared blanca en un pasillo estrecho con altura de unos cinco metros. Imagina una línea negra intermitente, pintada con rotulador, parecida a los patrones de costura.  Creando la sensación de finas cuerdas que sujetan los 64 marcos de cristal, simétricamente colocados con fotografías, recortes, postales y cualquier otra extraña muestra de inspiración que puedas imaginar.

Cada uno de los 64 marcos de cristal posee un concepto y la pared en su conjunto muestra que la belleza no tiene límites. Como 64 ideas, no solo pueden convivir sino que pueden crear una única obra. En una pared de paso, esa belleza modesta o escondida es un ejemplo de cómo lo que no se quiere dejar ver muchas veces es lo mas atractivo.

Una vez en el área de maquillaje, nos encontramos  un tocador de bombillas con tres espejos a modo de camerino, acompañado de un sillón masculino de barbero. Su color no podría ser otro que el rojo, inspirado en los labios de una mujer. Unos tubos fluorescentes, una barra colgada del revés a una altura elevada, unas bandejas de cableado como estanterías y una vieja cómoda del siglo XIX la aportan un efecto de antigua tienda francesa.

La mesita de madera de cocina sueca y sus cuatro sillas terminan de cerrar el espacio bajo la luz de tres flexos antiguos. Creemos que cualquier persona que leyera esta líneas, sin poder visualizarlo, no sería capaz de descifrarlo. Y quizás su mente no podría verlo con la armonía en la combinación de elementos tan diferentes.